¿Por qué tres días de fiesta?

La Iglesia y todo el mundo cristiano celebra estos días la Semana Santa, la semana principal del calendario litúrgico. En ella celebra el misterio central de Cristo, su muerte y resurrección.

Ahora bien, la riqueza del misterio celebrado explica la necesidad de extender la Pascua a tres días, en los cuales en cada uno está subrayado un aspecto particular de la totalidad del misterio, sin perder de vista la globalidad del mismo.

Así, en el Viernes Santo, por ejemplo, la celebración no es sólo de la muerte, sino de la muerte y resurrección juntamente, del paso (Pascua) de la muerte a la vida. Se recorren, al ritmo de los tiempos correspondientes a los momentos históricos en los cuales se ha realizado, las componentes de un misterio que se realiza en su totalidad. Porque muriendo es que Jesús ha destruido nuestra muerte y resurgiendo nos ha dado la vida. De ahí que el triduo pascual no podrá ser entendido como preparación a la Pascua, sino como la Pascua misma celebrada en tres días. Nos dice la norma eclesial: “El Triduo de la Pasión y Resurrección del Señor comienza con la Misa Vespertina de la Cena del Señor, tiene su centro en la Vigilia Pascual y concluye con las vísperas del Domingo de Resurrección”. Esto se dilatará después en los cincuenta días del tiempo pascual celebrado como un solo día de fiesta, como un gran domingo. Es importante recordar que hace parte del misterio pascual también el don específico del Resucitado a sus discípulos, el don pascual por excelencia, aquel del Espíritu Santo. “En la tarde de aquel día… Sopló sobre ellos (los discípulos) y les dijo: Reciban el Espíritu Santo” (Jn 20,19-23). Como este don es el cumplimiento de la Pascua, así Pentecostés concluye el tiempo pascual.

Semana Santa, días de oración y de encuentro con el Señor de la Vida. Encuentro con lo esencial de nuestra existencia humana.